3 lecciones que recibí de mi mamá
Publicado hace 1 día - 7 may 2025
From: Nolita W. de TheoYo crecí en Durango, México y cuando era niña, seguido me encontraba en algún parque o patio de recreo corriendo, subiéndome a los columpios, disfrutando de uno de los muchos jueguitos que nos gustaban de niños. Nunca faltaban los gritos, las risas, las conversaciones que se llevaban acabo entre todos. Una frase que se escuchaba entre el bullicio de voces era algo que se utilizaba casi como una herramienta para desarmar argumentos o un arma para defender las ideas o actividades propias: “Mi mamá me dijo…”.
Eran palabras poderosas que solo se podrían refutar con una frase similar de la boca de otro compañero. Lo que seguía a esas palabras eran un sin fin de lecciones, frases, opiniones, hábitos que citábamos como si fueran una ley irrefutable. Porque si nuestra mamá lo decía, seguramente era cierto, sin importar el tema, ya que ellas eran las expertas por excelencia.
Cuando me pongo a pensar, puedo recordar lecciones que me inculcó mi mamá que ahora las he pasado a mis hijos. De hecho, se han convertido en cierta clase de lemas familiares. Estas son algunas de ellas.
“No puedes hacer solamente lo que te agrada”
Una de las lecciones que más recuerdo, quizá porque la escuché tantas veces, es lo importante que es hacer lo que se requiere en el momento, a pesar de lo difícil o desagradable que fuera dicha actividad. Esta lección me ha servido en momentos tan comunes como los son lavar los platos, atender a un niño enfermo, levantarte para llegar al trabajo, pagar alguna cuenta; como también en lo que suele ser más complicado y difícil como es perdonar una ofensa, lidiar con personas complicadas, soportar una enfermedad crónica. Puedo decir que ese principio lo he practicado a lo largo de toda mi vida y me ha servido muchísimo.
Cuando sabes que tu vida no se trata de hacer solamente aquellas cosas agradables o “bonitas”, llegarás a desarrollar una fuerza que te ayudará a cumplir el potencial que Dios ha colocado en cada uno de nosotros. Las cosas difíciles son las cosas que más valiosas se vuelven a largo plazo. Se nos anima a pedirle Dios ayuda cuando no sentimos que tengamos la fuerza suficiente para hacer lo difícil. Promete darnos tanto el deseo como el poder para hacerlo.
Filipenses 2:13
Pues Dios trabaja en ustedes y les da el deseo y el poder para que hagan lo que a él le agrada.
“Buscar una relación con Dios y fomentar comunidad con otros creyentes, ¡no es opcional!”
En nuestra casa, asistir a la iglesia no era opcional… nunca. Cierto, mis padres eran personas que trabajaban de tiempo completo en lo que se llama el ministerio, o en la iglesia, pero con todo, nunca sentía yo que era algo pesado planear mis actividades alrededor de lo que sucedía en nuestra iglesia local: reuniones, actividades para jóvenes, estudios bíblicos, etc…
Sé que hoy es mucho más fácil dejar a un lado este aspecto de nuestra identidad como creyentes, pero después de haber crecido y ahora también trabajado en comunidades cristianas durante más de 30 años, puedo asegurar que las familias que ponen en práctica esta lección son aquellas que disfrutan mejores relaciones familiares, mayor paz relacional y más fuerza emocional. Sucede algo muy especial cuando una familia alaba a Dios como núcleo junto con otras personas que creen igual. De hecho, la Biblia nos anima a no dejar de reunirnos, porque allí suceden cosas que no suceden estando solos.
Hebreos 10:25
Y no dejemos de congregarnos, como lo hacen algunos, sino animémonos unos a otros, sobre todo ahora que el día de su regreso se acerca.
“Siempre puedes aprender algo nuevo”
Esta lección me la enseñó mi mamá más con sus acciones que con sus palabras. Ella fue una mujer que constantemente estaba leyendo y aprendiendo. En sus cincuentas, ella se recibió con una maestría. De hecho, hasta unos meses antes de su muerte, seguía estudiando en la universidad cursando un doctorado. Constantemente estaba buscando la forma de avanzar en su educación.
Durango era una ciudad pequeña, pero nunca nos faltaron oportunidades para experimentar cosas como la sinfonía, los museos, los lugares de interés histórico. Cuando viajábamos a cualquier lugar, mi mamá buscaba a dónde podríamos llegar para ver algo de interés cultural.
Una de mis memorias de esto fue cuando tendría no más de 12 años y llegó a Durango el Coro de Niños de Viena. Es un coro de renombre mundial compuesto de jovencitos y por alguna razón llegaron a nuestro rincón del mundo. Pues, como te puedes imaginar, ella vio la forma de que fuéramos a escucharlo. Fue impresionante y siempre lo recordaré.
Cuando yo fui mamá, tomé esa lección como parte de lo que yo deseaba impartir a mis hijos. Con los años me fui dando cuenta que no es nada fácil buscar esas oportunidades ya que implican casi siempre un esfuerzo, tiempo y dinero extra. Pero, gracias a Dios, cuando me he propuesto a hacerlo, llega la forma de hacerlo. Es sorprendente.
Con esta lección también aprendí que no te tienes que limitar por lo que tienes en tu entorno, ni por lo que piensas que está dentro de tus posibilidades. Dios te acompaña en estos esfuerzos y te sorprenderá con Su provisión.
2 Corintios 9:8
Y Dios proveerá con generosidad todo lo que necesiten. Entonces siempre tendrán todo lo necesario y habrá bastante de sobra para compartir con otros.
Estas son algunas de las lecciones que aprendí de mi mamá y que intenté traspasar a mis hijos. Las lecciones que aprendemos para amar mejor a nuestra familia, y aquellas que podemos compartir, son un legado hermoso y duradero que recibimos con el fin de después compartirlas. Doy gracias a Dios por una herencia que pasa de una generación a otra.
Y tu mamá, ¿qué te dijo?